viernes, marzo 30, 2012

Nada que decir, pero mucho que lamentar.

Tus ojos inmensos son indiferentes a los míos. Tus manos tibias no estrechan ni acarician ya mis manos. Te beso y tus labios son la piedra seca que sostiene mi amargura. En vano poso mi cabeza en tu hombro y en vano beso tu cuello. Fui yo quien abandonó tus ojos inmensos y fueron mis manos las que se ausentaron de las tuyas. Fue mi voz la que se llenó de silencio, ese silencio horrible de la desesperanza. Hoy en mi garganta tropieza la derrota con gemidos ahogados, porque fui yo quien primero se cubrió los ojos para no ver tus lágrimas que huían hacia mí. Envuelto en una tristeza absurda -tenía todo tu amor, dejarse envolver por la tristeza era absurdo- yo sólo oía el sonido de mis propias lágrimas en un ardor maldito. Pero tu alma se quedó en mi pecho, esperando y en la espera se hizo fuerte y hoy, cuando mis ojos buscan tus ojos inmensos, mis manos buscan tus manos tibias, mis besos buscan tus labios, mi cabeza busca resguardo en tu hombro... hoy choco con un muro inmenso, levantado por tu desconfianza. Nada que decir, pero mucho que lamentar.

Mis tristezas.

Abrazo las teclas de un piano silencioso e interpreto una balada triste en homenaje a mis tristezas.

Tú en el silencio

Estás tú en el silencio y las sombras de casa. Y es triste lo que podría ser hermoso. Tu fragilidad es hoy mi fragilidad y tu dolor se está convirtiendo en el mío. Quien no crea que la vida nos devuelve lo que damos... no ha vivido. Estás tú en el silencio y las sombras de casa... yo estoy solo y tengo miedo.

jueves, marzo 29, 2012

Dios estaba en mi cama.

Dios estaba en mi cama. Cuidaba mi sueño, mi vehemencia, mi inmadurez violenta y visceral. La belleza del mundo se escondía ante su belleza. Su presencia, a la cabeza de todas las presencias, podía quedarse la duración infinita que dura un beso al crepúsculo. Era inmensidad, irradiaba el universo al asumir sola la luz del infinito. La sombra amada de sus muslos se bañaba en la marejada de mis besos y sus pies pisaban el sendero de mis palabras. Su presencia fulminante y cegadora, alumbraba mejor la llama de mis ojos y me permitía ver el dulzor de la vida en un mundo de fantasmas. Dominaba con su amor esencial el remolino de mi ira y me bañaba de esplendores reales. Su cabellera castaña, alumbrada de fuego, resplandecía de un rojizo sordo e infernal. Su belleza no podía ser sino la belleza incomprensible e inabarcable de todos los mundos. Su calor suave, su bondad, su abrazo, eran el refugio para la tristeza y el fulgor de nuestros humanos resquemores. Pero me abrazaron la falta de fe, la incredulidad, la duda humana... un antropocentrismo imbécil y ciego me llevó a botar sus símbolos, a olvidar sus liturgias y a renegar de su amor. Dios estaba en mi cama, me amaba... y yo clavé su amor en una cruz de irremediable ignorancia. Hoy la tristeza hace juegos malabares en mis manos, con una simplicidad desprovista de toda respuesta porque nunca hubo preguntas. El amor era amor y lo demás los absurdos devenires de una racionalidad que cuestiona el mundo y sus circuntancias. Renegué de mi Dios y se vino el suplicio, la autoextorsión, la confesión por la tortura de la soledad más triste... el arrepentimiento. Y por el arrepentimiento y el desconsuelo supe cuán cálida y minúscula es la felicidad y cuán eterno es el dolor, humano en su más sórdido martirio, incómodo, irremediable, que paga en lágrimas y puntadas en el pecho. Dios estaba en mi cama. Dios era mujer. Dios era mi mujer. Hoy Dios ya no está y soy como un Nietzsche alcoholizado y solo lamentando ser humano, demasiado humano.
Desde los afectos (Mario Benedetti) Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo? Que uno tiene que buscarlo y dárselo... Que nadie establece normas, salvo la vida... Que la vida sin ciertas normas pierde formas... Que la forma no se pierde con abrirnos... Que abrirnos no es amar indiscriminadamente... Que no está prohibido amar... Que también se puede odiar... Que la agresión porque sí, hiere mucho... Que las heridas se cierran... Que las puertas no deben cerrarse... Que la mayor puerta es el afecto... Que los afectos, nos definen... Que definirse no es remar contra la corriente... Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja... Que negar palabras, es abrir distancias... Que encontrarse es muy hermoso... Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida... Que la vida parte del sexo... Que el por qué de los niños, tiene su por qué... Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad... Que saber todo de todos, es curiosidad malsana... Que nunca está de más agradecer... Que autodeterminación no es hacer las cosas solo... Que nadie quiere estar solo... Que para no estar solo hay que dar... Que para dar, debemos recibir antes... Que para que nos den también hay que saber pedir... Que saber pedir no es regalarse... Que regalarse en definitiva no es quererse... Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos... Que para que alguien sea, hay que ayudarlo... Que ayudar es poder alentar y apoyar... Que adular no es apoyar... Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara... Que las cosas cara a cara son honestas... Que nadie es honesto porque no robe... Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo... Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte... Que se puede estar muerto en vida.. Que se siente con el cuerpo y la mente... Que con los oídos se escucha... Que cuesta ser sensible y no herirse... Que herirse no es desangrarse... Que para no ser heridos levantamos muros... Que sería mejor construir puentes... Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve... Que volver no implica retroceder... Que retroceder también puede ser avanzar... Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol... Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

Mírame

Mírame por favor y busca en el fondo de mis ojos. Mírame y dime si no ves el arrepentimiento que carcome mis huesos. Mírame y calcula cuán grande es mi dolor. No es un reclamo, no es un lamento. Es la expresión de mis delirios. Mírame. Para salvarme de la noche asesino a los insomnes y deambulo hasta el agotamiento, hasta el temblor que me deshace y me destruye. Porque el amor es una forma de suicidio... sólo cuando se muere en soledad se puede renacer en compañía. Hoy mi pasatiempo vertiginoso es caminar al borde del abismo. Tú hace rato comenzaste a caminar por la columna de mis sueños embelleciendo mi muerte con tus pasos. Mírame, mírame en la frontera del país de los olvidos, en la luz de esa luna feroz que me muestra los dientes, mírame con tus ojos inmensos y a través de la soledad que mancha mi alma, date cuenta que no miento, que mi arrepentimiento es casi el aire que respiro y la saliva con que escribo mi miseria. No te pido absolución, sólo que me mires y te des cuenta que es cierto

Si acaso...

Tu olor pasea por mi cuerpo aterido de silencio y me da pequeños cortes en el ánimo. Es recuerdo. Cruzo las puertas que confunden recuerdos con cenizas y me siento a esperar la guillotina del olvido... es duro hacerse cargo de las hecatombres que provoca el alma enferma; es duro asumir que cada detalle importa al punto de redimirte o hundirte en un pantano de tristezas. De noche tu silueta se extiende a mi lado, dormida casi alcanzo a tocarla... pero ya me es imposible recobrar su sonrisa. Dentro de mí el raudal de caricias que alguna vez nos bañó, no morirá jamás. Seré -después de la partida- un relámpago, viento, hielo fragmentado, arena de desierto que fluye hacia el infierno. Pero por si acaso llueve a tu paso y quieres secar tu cuerpo entre mis brazos... aquí estoy. Si el silencio te invade y recuerdas el amor extraño que nos dimos tantas veces, aquí estoy. Si regresas a humedecer tu boca con mis besos, aquí estoy. O si acaso, simplemente es de noche y te sientes sola, dejaré la puerta abierta. Al final, lo bueno y malo que he sido como hombre, con mis aciertos y caídas abismales, ha sido tuyo, como tuyo mi aliento, mis lágrimas, mis besos. Tu olor pasea por mi cuerpo aterido de silencio y me da pequeños cortes en el ánimo. Pero sólo es recuerdo y yo soy sólo un suspiro.

Acaso

¿Acaso se equivocan los que aman? ¿Y los que no aman, también se equivocan? Tu mirada de nubes lluviosas va y se extiende más allá del país de los olvidos. He naufragado. Un faro lejano me avisa orilla y nado con fe, pero con miedo, hasta su arena. Pero nadie sale a recibirme. Estoy aquí, en una roca de angustia silenciosa y me descubro de pronto en una ronda de huérfanos que sueñan contigo. Miro abajo, porque siento que todo lo que sientes va a acabarse o se acabó. Porque tu amor, sí se ha roto, anuncia la llegada de nuevas tristezas. He naufragado. Un lamento gris ante tus ojos. Antes de irte ¿quieres estrechar la mano del verdugo arrepentido que se bañó en tus lágrimas? No olvido el dolor que te di pero tampoco el amor que te di. ¿Acaso se equivocan los que aman? ¿Y los que no aman, también se equivocan? Aún es pronto para volver a casa. Me curvan la espalda las tristezas, el arrepentimiento y sus dolores que duermen la siesta en mis lamentos. Aún es pronto para volver a casa. Pensé que nadie me podría reconocer, pero fuiste tú quien me desnudó. Aún es pronto, y no he cumplido mis pactos con la vida y la vida me ha dado una puntada en el centro del alma, por eso he naufragado. Tu voz se me clava en el alma y me amansa la angustia, el temor de todos los temores y el peor de todos los miedos. Dentro de mí habitas aunque ya yo dentro de ti, amor, apenas esté. ¿Acaso se equivocan los que aman? ¿Y los que no aman, también se equivocan? Yo me equivoqué.

martes, marzo 27, 2012

Anoche la noche

Anoche la noche me vio desertar. Me abrí a una muerte distinta, a una muerte con domicilio conocido y triste como los ojos de un dios derrotado.

No hubo dramas mayores, fuegos de artificio, ni grandes tramas históricas. Simplemente me hice prescindible para tí. Y el poco ego que me quedaba se asfixió con tu libertad. Y el tiempo se agrandó en cada espacio cuando se detuvo mi corazón mientras tu mirada se iba retorciendo de arrepentimiento por la piel dada y mi alma se iba lejos, lejos, quién sabe cuán lejos.

Después, todo más claro: morí.

jueves, marzo 22, 2012

Requiem de un poeta viejo.

Te llamé amor, para llamarte así y saber que nadie más en mi mundo sería llamada así. Amor de noche oscura y de noche clara, de ardores y silencios. Y te llamé amor para bautizar mi vida más allá de mí y de mi muerte, para aferrarme a la vida y vivirla.

Pero en un punto el camino se pierde y me perdí y abandoné a la suerte del abismo.

Hoy, en la soledad y en mi desesperación del abismo, rezo tu nombre que es mío y me lavo con todas tus lágrimas que cayeron por mí.

Recuerdo y ya están aquí tus ojos enormes y dentro de ellos toda la tristeza del mundo. Me basta rezar tu nombre,que es mío como todas tus lágrimas.

Tal vez ya no me ames. Hemos hecho tantos viajes irremediables hacia el olvido, que acaso, ahora no me ames, pero qué importa si ya me has querido para siempre, bajo el cielo infinito. ¡Qué importa no tenerte, si llevo junto a mí tu nombre, la incansable tristeza de tus ojos y el rumor de lluvia que tenían todas tus palabras!

Tal vez ya no me ames. ¡Sabe dios por qué cielos y en que noche viajas, pero has dejado junto a mí tus sueños y tus lágrimas! No te has ido del todo, ni te irás mientras haya en el mundo
una noche, una sola, y siga lloviendo en algún país lejano.

Más que no tenerte y lo perdido, me duelen los sueños que quedaron sin vivir.

Amabas la noche, las calles lluviosas, los árboles viejos… Te entristecían las mujeres que mueren jóvenes y solas, y los hijos ajenos te dolían en mitad del pecho, como cuchillos.
Recuerdo que entonces te acariciaba los ojos y mis manos volvían húmedas del llanto de tu viaje.

Amor… digo tu nombre, mío, y mi soledad se puebla íntegra de tu recuerdo.
Acaso no me amas ya, hemos hecho hacia el olvido un viaje irremediable.

Pienso en tus ojos. Por eso mis palabras son tan tristes. ¿Qué caminos hay que andar para encontrar tu camino? ¿Dónde queda tu cielo que está tan lejos de este cielo mío? Te pienso lejana y te lloro junto con la noche.

Todo cuanto esperé llegó contigo. Los dioses te había puesto a mi lado para todo lo grande:
el amor, el trabajo, la muerte, la desesperación...

Te he perdído y ahora sé, que se puede asesinar la dicha y estar vivo.

Amor, porque cuanto esperé llegó contigo, te regalo estas palabras, antiguas como el tiempo:
No morirás en mí ni conmigo. Tengo una noche, tuya, una tristeza grande, tus ojos y un recuerdo con sabor a lluvia, tus palabras. Tu nombre, que es mío como todas tus lágrimas. Tengo pues, todo lo necesario, para iniciar mi viaje hacia la muerte.

Orfandad

Versos de orfandad
de vacío
de noches oscuras que laten el compás triste de la ausencia.

Solemne y elegante la muerte se inmiscuye en estos versos
opina
se burla
y se va
negándome su consuelo.

Escucho su risa alejarse.

Miro mi silueta desnuda en el espejo
susurro tu nombre como un mantra
crujen mis huesos
mi cuerpo sin tu cuerpo es un harapo.

Versos de orfandad
de abandono.

Me he quedado solo
me he secado
marchitado
mutilado
porque mi carne sin tu carne es sólo polvo
esparcido en el infierno.

Versos de orfandad
de vacío
de renuncia.

martes, marzo 20, 2012

Todo era futuro.

Hace algunos años todo era futuro. El Hoy es un avanzar de trincheras y victorias breves.

Tu olor.

Me persigue tu olor y me hace perder el equilibrio
caigo y quedo aturdido entre sus oleadas y texturas.

Ya no estás
pero cuando el vacío te convoca
los harapos de ese olor me envuelven y me golpean sin piedad.

Naufragios

Bajo el cielo, con expresión de pánico, el pecho se abre como atravesado por un puñal.

La fiesta de la tristeza que danza y canta en su apogeo se vuelve ceremonia bautismal, se baña bajo la líquida luz de la ausencia.

Tanto es el amor que se pudrió en nuestros pechos, que se perdió entre todos los odios humanos, que al pensarlo siquiera, una sensación de orfandad se apodera de cada pálpito.

Nada queda de ese amor, pero queda todo
porque fue tanto, tanto,
que su sólo conjuro revive la cintura
y la memoria se va hacia los cuerpos en abordaje
sobre el lecho desplomado.

Pero fue, pasó
y el presente no vive del pasado.

Una sola munición ardiente, una bala pequeña, podría derrumbar ahora todos los suspiros melancólicos y dejar el lamento sólo como una onda expansiva... pero no, no hay vocación de novela ni martirio.

Que el amor es capaz de convertir un sapo en ilusiones... pero cuando las ilusiones explotan, el sapo sigue siendo sapo y solo y triste mira la luna con ansias platónicas.

Bajo el cielo, con expresión de pánico, el pecho se abre como atravesado por un puñal.

Tanto amor hoy quema mis naves antes de llegar a tierra y engulle a las náufragas esperanzas que a veces se escapan de mi mente.

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