martes, marzo 20, 2012

Naufragios

Bajo el cielo, con expresión de pánico, el pecho se abre como atravesado por un puñal.

La fiesta de la tristeza que danza y canta en su apogeo se vuelve ceremonia bautismal, se baña bajo la líquida luz de la ausencia.

Tanto es el amor que se pudrió en nuestros pechos, que se perdió entre todos los odios humanos, que al pensarlo siquiera, una sensación de orfandad se apodera de cada pálpito.

Nada queda de ese amor, pero queda todo
porque fue tanto, tanto,
que su sólo conjuro revive la cintura
y la memoria se va hacia los cuerpos en abordaje
sobre el lecho desplomado.

Pero fue, pasó
y el presente no vive del pasado.

Una sola munición ardiente, una bala pequeña, podría derrumbar ahora todos los suspiros melancólicos y dejar el lamento sólo como una onda expansiva... pero no, no hay vocación de novela ni martirio.

Que el amor es capaz de convertir un sapo en ilusiones... pero cuando las ilusiones explotan, el sapo sigue siendo sapo y solo y triste mira la luna con ansias platónicas.

Bajo el cielo, con expresión de pánico, el pecho se abre como atravesado por un puñal.

Tanto amor hoy quema mis naves antes de llegar a tierra y engulle a las náufragas esperanzas que a veces se escapan de mi mente.

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