jueves, marzo 13, 2008

¿Me quedo en la otra orilla, mirándote pasar?

¿Será que estamos viendo el camino desde el lado equivocado del espejo?

Este amor nuestro, con dolores y ternuras, se vuelve a veces destello que a los ojos hiere murmurando una luz anochecida.

Caminamos juntos, caminamos separados, se nos pasa el tiempo entre arrumacos y besos, se nos pasa el tiempo entre tristezas y arrebatos.

¿Será que el espejo en que nos miramos nos devuelve el reflejo equivocado?

¿Estamos vencidos en nosotros mismos?. A veces sí. A veces no.

Este amor nuestro es la caricia de un aroma enamorado; un espacio donde se origina un oscuro gemido prisionero, como latido de ala en el rocío.

Este amor nuestro es lenta penumbra que los labios cruzan en silencio; apenas leve huella de un sabor a la sombra derramado; espuma prisionera en su cristal, hecha sonido, luz, aroma y pluma.

Nos miramos. A veces sentimos amor profundo, a veces quisiéramos no mirarnos. ¿Será que somos humanos y no ángeles o profetas de la felicidad eterna, como a veces quisiéramos creer?.

Este amor nuestro es tal vez un murmullo transparente en temblorosa vibración vertido; flor de aire que navega incierta, como sonoro viaje hacia el oído o aleteo herido.

Este amor nuestro nos hace caminar por la misma orilla pero ¿miramos el mismo camino a lo lejos?.

Somos aroma preso entre las manos inciertas hasta decir caricia fugitiva; una huida paloma sobre el cuerpo, al contacto tembloroso del viento.

Cruzamos como un sueño desnudado, fugaz como el correr del agua pura; un sueño que se desborda de su forma, última espuma que en la piel murmura la postrera fatiga del deseo.

Este amor nuestro es nuestro, en nosotros comienza, en nosotros acaba.

Mis labios en silencio reciben el murmullo de tu piel, al oír las alas de tus poros convertirse en alientos y gemidos y en un suave sudor de flor tranquila.

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