lunes, mayo 12, 2008

Pasos

Pasos entre la niebla buscando un sendero con luz. Pasos que son mis pasos, entremedio la noche. Mi auto en llamas cae a un barranco. Mi casa inundada de soledad. Mi habitación es un ghetto de rosas negras. Mi lengua de cristal se triza contra el silencio. Mis sueños ruedan por un acantilado para aplastar la esperanza. Mi cabello se despeina con un chorro de aire frío. Mi tumba se agrieta por el desgarro de mis uñas. Mi tristeza de abismo donde se ahogan los poetas. La inundación de mis lágrimas en la represa que son mis ojos. La orilla de mi revólver en mi boca. Mi alma como el espejo en que contemplo la huida de toda posibilidad de redención. Mi muerte presunta. Mis pasos entre la niebla, buscándome para no encontrarme. A veces no quiero encontrarme. Y el revolver es de fogueo.

jueves, mayo 08, 2008

Escúchame.

Escúchame, como quien escucha la noche que llega, atenta pero distante. Escucha mis pasos leves, la llovizna amenazante, el agua que es parte del aire, entrando por la ventana. ¿Por qué está abierta la ventana?.

Escúchame susurrarte al oído. El día no acaba de irse cuando escribo estas palabras. La noche viene recién llegando, anunciando sus ganas de rodearlo todo.

Escúchame, cuando a través la niebla, al doblar mis pasos la esquina, se larga a llover palabras, sílabas que salen de mi boca cantando un bolero difuso.

El aire, el agua, unas palabras que recuerdan la vida, lo que fuimos, lo que somos, los días y las horas que han pasado por nosotros, este instante en que escribo contemplando el recuerdo de tu carne.

Escúchame llamar a tu puerta. Escúchame llamando a tu puerta para discutir sobre lo que el día nos deja como moraleja.

Relumbran las calles llenas de pasos apurados. La noche se abre y me mira dulcemente, queriendo hacerme parte de ella.

Tengo ganas de la noche dormida en tu cama, el oleaje de tu respiración, dedos que se meten entre mi pelo, cejas arqueadas que queman mis ojos, labios que abren los párpados del tiempo y lo detienen en una mirada perdida. De mis dedos manan apariciones y tantas resurrecciones como muertes.

Escúchame como quien escucha a la noche que llega con su ajuar de estrellas y sombras.

¿Oyes mis pasos en la sala contigua?. ¿Oyes la lluvia correr por la ventana, la noche que ya es más noche en la ciudad encendida, en los follajes donde anidan las sombras?. Si escuchas todo esto es porque quizás me extrañas... o tal vez estés loca. Pero todos estamos locos. Los locos no existen.

Escúchame, como quien escucha a la noche que llega. Tal vez quieras dormir en mi abrazo. Tal vez sólo quieras dormir.

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