viernes, enero 11, 2008

Busco sin encontrar

A la salida de mi frente busco en un instante un rostro de relámpago y tormenta corriendo entre los árboles nocturnos, un rostro de lluvia en un jardín a oscuras, sangre espesa que fluye a mi costado.

Busco
escribo a solas
nadie a mis espaldas

Cae la noche en su sopor y caigo yo en el instante en que no encuentro, caigo al fondo, muy al fondo, invisible, solo.

Camino sobre espejos que repiten mi imagen destrozada, piso instantes, piso los pensamientos de mi sombra, piso mi sombra en busca de un instante donde encontrar una mano amiga.

Busco la vida que se me fue con pasos rápidos, busco el sol de las cinco de la tarde, busco algo de paz.

He olvidado mi nombre que sólo tiene sentido entre sombras y ruido de teclas.

Tengo todos los rostros y ninguno, soy todas las horas que se fueron y que eran mi vida.

Ahora el tiempo envuelve y desarraiga mi alma y la divide. Pero sé que el tiempo no existe y esta figura es sólo un poema ciertamente triste. Mi alma no está dividida ni desarraigada.

Busco sin encontrar. En algún lugar encuentro el silencio y restos de aroma sobre la almohada y sobre el silencio.

Escribo mi tristeza y resulta ser la escritura del mar sobre la orilla, la escritura del viento en las dunas del desierto.

Mi alma está en llamas, alma devorada, alma perseguida.

Sin encontrar a alguien mis años serán fantasmas, mis días circulares serán el mismo día, el mismo instante.

Todos los nombres son sólo nombres, todos los rostros son sólo rostros, todos los siglos un sólo instante y por todos los siglos de los siglos se cierra el paso al futuro de mis horas.

Ya estoy muerto
busco
pero sin encontrar.

Nada ya frente a mí, sólo una pena rescatada esta noche, contra un sueño vivido tantos días.

Nada ya frente a mi, sólo la sombra de un sueño arrancado a la nada esta noche, levantado letra a letra, mientras afuera el tiempo se desboca y golpea las puertas de mi alma el miedo, con su vocación carnicera.

Quisiera encontrarte sólo un instante mientras las ciudades, los nombres, los sabores y lo que vivimos, se desmoronan ante mis ojos ciegos, mientras la pesadumbre de la noche me humilla, y mi sangre camina más despacio hasta secarse, y mis dientes se aflojan y mis ojos se nublan y los días y los años, sus horrores vacíos acumulan en mis labios, mientras el tiempo cierra su abanico sin dejar nada detrás de sus imágenes, mientras rodeado de muerte, amenazado por la noche y su lúgubre bostezo solitario, amenazado por la muerte vivaz y enmascarada en mi deseo, me muera de tristeza...

Oh amor, te busco porque buscarte es lo que me queda, aunque toda mi vida ya vivida se clave en mis entrañas y me torture por no encontrarte.

Me golpea el tiempo que vuelve en una marejada y se retira sin volver el rostro, lo que pasó silenciosamente desemboca en otro instante que se desvanece: frente a la tarde de piedra, armadas de navajas invisibles, las heridas me recubren, y ardo sin consumirme

Ahora hay nada en mí, una larga herida, una oquedad que ya nadie recorre, un presente sin ventanas, un pensamiento suicida que vuelve, se repite, se refleja y se pierde en su misma transparencia, una conciencia traspasada por un ojo que se mira mirarse hasta anegarse de claridad: yo vi mi atroz caída ¡y caigo, vuelvo, sueño y me muero de otra muerte!.

Busco sin encontrarte, ya nunca más, porque te has ido, porque así ha sido la obra cruel de mi amor: una triste despedida sin palabras de despedida.

Ya estoy muerto
te busco
pero sin encontrarte
y sin siquiera poder encontrarme a mi.

lo que eres (III)

fui por tu cuerpo como por el mundo y descubrí la cartografía de un sueño.

tu vientre era una amplia planicie de sedas, tus pechos dos torres místicas donde oficiaba la vida sus misterios.

mis labios te cubrieron como yedra.

fuiste una ciudad que el mar asediaba con sus olas ardientes, una muralla que la luz dividió en mundos paralelos, un paraje de sal, bajo la ley de los mercaderes de oriente.

esa noche fuiste una odalisca en llamas perversas.

esta noche no sé qué serás.

lo que eres (II)

voy moviéndome entre galerías de aromas tuyos. fluyo entre tu presencia y la noche oscura. voy por las transparencias que deja tu ausencia como un ciego que sigue un reflejo que se borra.

nací en ti.en ti fui hombre.bajo la luz de tu mirada abandoné los corredores de la tristeza.

lo que eres

como eres, como fuiste. descifrarlo es hablar de un sauce espeso que aparece en la maldición de un calor de infierno; un chorro de agua fría en la sed de una condena solitaria; una alta araucaria que el viento frío del sur arquea para esparcir sus semillas; un poste de luz que se tambalea con la noche para alumbrar la senda de las polillas; un cauce de río que avanza pese a todo para verterse en las llanuras; un retozar tranquilo de brisa al atardecer; agua que con los párpados cerrados mana toda la noche profecías; la unánime presencia en el oleaje de una playa escondida, ola tras ola hasta cubrirlo todo; una soberanía lunar sin ocaso, como el deslumbramiento de las alas cuando se abren en mitad del cielo; un caminar entre las espesuras de los días futuros y el aciago fulgor de la dicha, como un ave petrificando el bosque con su canto y las felicidades inminentes entre las ramas que se desvanecen; horas de luz en una noche de pájaros celestiales; presagios que se escapan de la mano de un adivino arcano; un canto súbito en la memoria de un sordo de nacimiento; el viento cantando en el incendio de Roma; una mirada para mis ojos apagados; un cuerpo de luz filtrado por un ágata.

la vida centellea y tiene cuerpo, el mundo ya es visible por tu cuerpo, es transparente por tu transparencia, es mejor porque tu existes.

lunes, enero 07, 2008

Lo que tengo que decirte

Lo que tengo que decirte es tan vasto como tu piel, tan profundo como tu cuerpo, pero raramente va más allá de ti misma, pues cuanto digo sale antes de tu boca, cuanto deseo es tu deseo, cuanto sueño empieza cuando despiertas y cuanto pierdo aparece en tu boca al día siguiente, perla de carne cubierta de saliva. Y en ocasiones es tu lengua y en ocasiones, tu palabra. ¿Para qué decir lo que ya sabes?. Tu voz suena al tañido de mi corazón(y mi cuerpo es tu lecho y mi alma la fragua de tu carne) y tañe sobre bahías y fantasmas, en el secreto lenguaje de las caracolas. La palabra del mar arrancada del mar y sembrada en ti como un árbol perpetuo y entre sus frutos, yo dormido en tu regazo y mi vida que es la tuya.

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