Aquella noche, sobre las ruinas de mi vida, levanté mis quimeras. Nuevas rosas brotaron de las ruinas silenciosas de mi carne marchita y mis ilusiones yermas.
Aquella noche asomó por levante un nuevo día y temblé mis penas escribiendo, porque adentro, muy hondo, sentí que a partir de aquella noche, la iba a amar para siempre.
Me estuve preparando años para poder encontrarla, mirarla a la cara y con su redención redimirme.