viernes, marzo 12, 2010

Porque a veces estoy triste

Porque a veces estoy triste. Claro que sí. Porque a veces se puede razonar con uno mismo y llegar a puerto en ciertas negociaciones, ser indulgente, ser permisivo. No tendría por qué no serlo. A fin de cuentas si no cuentas contigo mismo, cuentas con nadie. Eso de andar dando pena por ahí no es digno. Por eso estar triste es una opción meritoria. La alegría está sobre-valorada.

Recuerdo que ella me miró y me dijo que yo era una persona crítica, triste, científica y fría. Luego se dio vuelta en su lado de la cama y desapareció en su sueño profundo. No pude evitar no tener ganas de apuñalarla. Pero estaba de espalda a mi y siempre me enseñaron que era feo apuñalar por la espalda.

Me confieso: a veces estoy triste y confieso que a veces estoy triste. Las cosas que han sido o que son, no se pueden evitar y no se pueden cambiar...¡¡Ah, sí, la tristeza!!, pura y dulce tristeza.

Recuerdo una noche, a la luz de la luna, en medio del espeso silencio del mar, cobijado en el frío, abrazando la almohada, tragando un sorbo de cognac. Las sombras eran hermosas figuras que horadaban mi ánimo.

Hoy estoy triste y no quiero que nadie me alegre ni haga el intento de quitarme mi tristeza.

Recuerdo que ella me miró y me dijo que yo era una persona crítica, triste, científica y fría... y si bien las palabras no me tocaban, la manera de pronunciarlas, el tono, el desprecio, me llenaron de dudas. Y, como dijo alguna vez Miguelito a Mafalda, me dejó un pequeño granito de arena en el alma.

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